Cocaína
DATOS GENERALES
Origen
En 1855 un químico alemán de apellido Gaedcke aísla de las hojas de coca un alcaloide al que llama erythroxyline por le nombre genérico de la planta. Un poco más tarde, en 1859, empleando alcohol, ácido sulfúrico, bicarbonato sódico y éter, otro químico alemán de nombre Albert Niemann purifica el alcaloide de Gaedcke y aísla directamente de las hojas de coca el alcaloide al que se conoce desde entonces con el nombre de cocaína. Hasta mediados del siglo XIX la coca y sus derivados gozan de gran prestigio como estimulantes de uso terapéutico. Tiempo después, esos mismos beneficios comienzan a percibirse como "riesgos seductores" que a acabarían siendo una "amenaza para la sociedad". De cualquier forma y sea cual sea la perspectiva desde la que se mire, sembrar coca y comerciar cocaína (coca o perica) y otros de sus derivados siempre han sido actividades rentables.
QUÍMICA
Identificación
Las hojas de coca tienen una forma oval, son de un color verde oscuro, llegan a medir hasta 6 cm de largo y contienen aproximadamente 1% de cocaína. Dependiendo del tratamiento químico que reciba lo que se conoce como pasta base, la cocaína puede extraerse en forma de hidrocloruro, clorhidrato o hidroclorito. En cualquiera de sus variedades, la cocaína se presenta en forma de polvo blanco, cristalino e inodoro, con un sabor bastante amargo. |
Composición
En el argot de las drogas, a los encargados de procesar la cocaína se les llama cocineros. Con buenas hojas y pericia, cuatro arrobas de hojas (es decir, 50 kilos ya que una arroba equivale a doce y medio) pueden rendir para quinientos gramos de cocaína, pero antes hay que separarla de los demás alcaloides y cristalizarla en una sal. La hoja trujillo, (Erythroxylum novogranatense) de Perú y Colombia, tiene menos concentraciones que la hoja huanaco (Erythroxylum coca) de Bolivia. Para hacer la pasta base basta con los siguientes precursores: petróleo o queroseno, ácido sulfúrico y un álcali que puede ser cal, carbonato sódico o potasa, ésta última es una variedad en bruto de carbonato potásico que se obtiene de las cenizas vegetales.
Según relato de un cocinero colombiano a Charles Nicholl (23), durante la primera fase, la salada, se mezclan las hojas con la potasa y se las deja reposar en un barril o en un hoyo para que comiencen a disolverse los alcaloides. En la segunda, la mojadura, el queroseno se vierte sobre las hojas hasta empaparlas y se agrega un poco de ácido sulfúrico diluido para que ayude a descomponer las hojas.
Un buen cocinero puede convertir un kilo de pasta en casi el mismo peso de cocaína. Para hacerlo, se necesitan los siguientes precursores: permanganato de potasio para suprimir los alcaloides que no son esenciales mediante la oxidación; disolventes orgánicos como acetona, éter, benzol o toluol; y algún ácido como el clorhídrico que reacciona con el alcaloide de la cocaína formando una sal cristalina. |
Formas de adulteración
La cocaína es quizá la droga más sujeta a sufrir adulteraciones. En 1974 los laboratorios Pharm Chem examinaron cuarenta muestras de diferentes dosis de cocaína circulantes en el mercado clandestino de California, E.U. y determinaron que todas estaban adulteradas en proporciones que iban del 30 al 40%. Inmediatamente la DEA saltó: «Ese laboratorio no está autorizado para publicar datos sobre la composición química de las muestras de drogas ilícitas cedidas por donantes anónimos». (13) Diez años después, investigadores que prefieren mantener su anonimato, informaron que la pureza media se había reducido a la mitad.
Hay dos tipos de "cortes" o adulterantes para la cocaína. Los cortes inactivos sirven para dar peso: lactosa, talco, bórax, Manitol® (que es un laxante italiano) o cualquier otra cosa que se parezca a la cocaína y no tenga efectos colaterales perceptibles de manera inmediata. Para compensar la potencia perdida en la adulteraciones, se le añaden también cortes activos, que pueden ser de dos clases: excitantes (anfetaminas en polvo) para que tenga una subida fuerte y congelantes (novocaína o benzocaína) para imitar el efecto característico de adormilar la boca de la auténtica cocaína.
En términos generales, el que distribuye la mercancía por kilos, la corta normalmente con bórax, lactosa o Manitol®, para dejarle una pureza de entre 85 y 80%; el que la compra en kilos y la vende por onzas la corta con amfetamina y algún anestésico derivado de la coca para dejarla entre 70 y 60%; el que la compra en onzas y la vende en gramos, la corta con lo que se le ocurre, incluyendo gis o talco, y/o nuevamente procaína y novocaína que siendo substancias 70% más tóxicas que el bórax, el Manitol® y la lactosa, añaden además dificultades de solubilidad, haciendo más peligrosa su administración intravenosa y la dejan con sólo un 30 a 40% de cocaína. Si es que pasa por un revendedor más puede acabar hasta en un 20%. El caso es que el consumidor que compra por gramos, rara vez recibe más allá del 50% de cocaína pura, la cantidad acostumbrada en las muestras callejeras actuales oscila entre el 20 y el 40%.
Se cree que un modo elemental de detectar la adulteración es probando la droga; se supone ingenuamente que al contacto con los labios y la lengua, la cocaína los adormece. Esto nunca es una garantía porque como ya se señaló, el efecto puede estar provocado por lidocaína o procaína. La presencia de grumos también es un mito, en realidad estos grumos se deben a la humedad y se forman con todas las sustancias con las que pueda estar cortada, al igual que se cristaliza el azúcar húmedo.
Una prueba más efectiva es la que se hace con un vaso de cristal claro y agua fría. Los cristales de cocaína pura se disuelven al echarlos en el agua antes de llegar al fondo del vaso. En el camino se desprenden la mayoría de las impurezas y quedan visibles en el fondo. La prueba más efectiva para detectar adulterantes se realiza a nivel térmico: la cocaína se funde entre los 192 y los 197 grados centígrados, así es que cualquier ingrediente que llegue a fundirse antes o después, no puede ser cocaína. Empíricamente se puede realizar con ayuda de un pedazo de papel aluminio o de los metalizados que vienen en las cajas de cigarros. Se coloca la muestra de cocaína encima del papel y por debajo se calienta con un encendedor. Si es pura, hace burbujas y deja una película marrón claro; si no lo es se ennegrece y deja grumos. La inmensa mayoría de los consumidores no sabe reconocerla por la sencilla razón de que nunca la ha visto ni la ha probado pura.