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Plantas y alcaloides

Plantas y alcaloides visionarios

Aunque el uso de hongos psicoactivos tales como Amanita muscaria y Claviceps purpurea no era desconocido entre los antiguos pueblos europeos, los primeros españoles que llegaron al territorio mexicano quedaron estupefactos al ver que los habitantes adoraban a sus dioses con la ayuda de plantas capaces de alterar la conciencia a las que daban nombres para ellos tan extraños como teonanacatl, peyotl, ololiuqui o pipiltzintzintli.

Debido a su ignorancia, a su vocación católica monoteísta y a sus pretensiones de conquista, los españoles que llegaron siguiendo a Hernán Cortés prohibieron junto con el culto a los antiguos dioses mesoamericanos, el consumo de las "plantas diabólicas del Nuevo Mundo". En 1638, una instrucción del Santo Oficio español sentencia:

«Nosotros, los inquisidores, abocados a suprimir la perversidad herética y la apostasis, por virtud de la autoridad apostólica, declaramos condenada la hierba o raíz llamada peyote, introducida en estas provincias para detectar robos o adivinar otros acontecimientos, pues constituye un acto de superstición opuesto a la pureza e integridad de nuestra fe católica.»

En 1656 aparece una guía para misioneros que ataca la idolatría indígena, incluyendo ahora la ingestión de hongos. Los escritos que condenan al teonanácatl se acompañan de ilustraciones que lo denuncian. En una de ellas aparece el diablo incitando a un indio a comer hongos; en otra, el diablo danza sobre ellos.
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